Los gallos ‘pierden’ el pene cuando todavía están en el huevo

14.06.2013 04:48

Si gallos y patos compartieran vestuario
además de una granja, está claro quienes
tendrían el llamado síndrome del gimnasio,
ese que hace que unos hombres
inevitablemente comparen sus miembros con
el de otros: los gallináceos. Porque por un
capricho de la naturaleza, de incierto valor
evolutivo, los gallos carecen de pene, pero los
patos no. Ahora, un estudio publicado en
Current Biology, explica por qué esta
diferencia.
Los investigadores de la Universidad de
Florida en Gainesville hicieron un trabajo
comparando el desarrollo de pollos de gallo y
de pato dentro del huevo. Para ello, les
practicaron pequeñas ventanitas a través de
las cuales pudieron ver qué pasa en el
interior sin interrumpir el proceso. Al
comparar con patos, una de las pocas aves
que sí tienen un falo, pudieron estudiar toda
la complejidad del problema. Y la primera
sorpresa fue que en las primeras etapas,
tanto el pollito como el patito iban
desarrollando un pene. Pero que, a partir de
un momento, el del futuro gallo iba
desapareciendo: un proceso de suicidio
celular lo iba destruyendo.
Esto era la explicación de lo que se ha visto
en los animales adultos. Pero faltaba saber
por qué. La comparación de los genomas y,
sobre todo, de las proteínas llevó a la
culpable: la bmp. En las gallináceas, esta, al
actuar, producía la muerte celular del
incipiente órgano. En los patos no aparecía.
Para completar el experimento, los
investigadores cultivaron las células
correspondientes, pero haciéndoles las
perrerías propias de unos concienzudos
científicos: a las de pollo les añadieron una
sustancia que inhibía la actuación de la bmp,
y el resultado fue que el castrante suicidio
celular se detenía. Y, al revés, cuando se les
añade esa proteína al cultivo de células de
pato, empezaba el proceso de destrucción.
El estudio tiene un indudable - y poco
práctico- atractivo. En Nature, Richard Prum,
ornitólogo evolucionista de la Universidad de
Yale, no duda en decir que si el estudio se
hubiera hecho en humanos, el trabajo habría
sido publicado en la propia Nature o en
Science, por poner las dos revistas de más
prestigio.
Pero el trabajo tiene trampa, porque lo que
no explica es por qué la mayoría de las aves
han renunciado a una forma insertiva de
reproducción, y esta se mantiene en las
palmípedas. Está claro que ello no ha evitado
que las gallinas se multipliquen, pero lo
mismo sucede con los patos. La evolución, a
veces, juega al desconcierto.
(Por cierto, para acabar de liarlo, bmp son las
siglas en inglés de proteínas morfogenéticas
del hueso. Y aquí, de hueso, nada).